domingo, 30 de noviembre de 2008

QUINCE MINUTOS PARA MORIR (Pipo Molina)

-Un beso te pido, solo un beso.-
¿Estaba escuchando eso? Era lo único que hasta ahora lo había sorprendido, a pesar de oír constantemente sus palabras tan adultas.
-No puedo. No sería de lo más ético.-
-¡Escuchate!, estamos hablando de un beso. No tiene que ser ético, no tiene que ser moral, no tiene que ser amor, no tiene que ser sentimiento, ¡solo tiene que ser un beso!
Una pausa larga, y un silencio abrumador. Una mirada cruzada en la incertidumbre, con otra deseosa, audaz y postrera.
-Sigamos con lo nuestro-

-No me voy a ir sin robártelo, o sin convencerte de que me lo des.
-Te va a costar, no soy un hombre fácil.-
Risas.
-¿Y si llegara a irme sin tenerlo?- Pensó.-No podría saborearlo entre mis labios, ni podría sentir esas mariposas sobre la panza de las que tanto hablan, y ni hablar del recuerdo eterno de su boca sobre la mía. Será hermosa, será cruel esta vida.- Y lloró sin lágrimas.
-Vuelvo en un santiamén- Dijo.
-Volvé, que tenés que besarme.-
La miró con afecto, y con aire a angustia. ¿Debía besarla? Es cierto, era sólo un beso. Se lo iba a regalar cuando volviera.

Después de quince minutos ingresó nuevamente a la habitación. La encontró con los ojos cerrados. Pensó en despertarla a la usanza de los viejos cuentos de princesas. Y lo hizo, la besó. Pero ella no despertó. No tenía pulso. Urgente llamó a los otros médicos, que nada pudieron hacer para revivirla.
Se fue, y hasta el día de hoy lamenta no haberla besado mientras estuvo despierta.
Había sido una larga lucha contra el cáncer. Desde sus tiernísimos cinco años hasta los nueve que tenía al momento de dejarnos. Y nos dejó con su iluminado rostro cubierto de paz. Y con su sabiduría intacta, sin corrupción, que guardan las almas más jóvenes.

viernes, 28 de noviembre de 2008

MENDIETA

-¡Tiralo pasado Mendieta!

Un, dos pasos…Ganó ese apodo por la cantidad de veces que podía decir ¡que lo parió! en una charla, no lo lograba evitar el pobre.

-¡Tiralo pasado boludo que están dormidos!

Tres, cuatro, cinco pasos…El Gordo siempre hablaba demás, no lo podían hacer callar en los partidos, putea a todo el mundo y no corre ninguna, ma´si que se vaya a cagar se lo tiro al primer palo.

-¡no me ves? o te hacés el boludo?!

Seis, siete…Quedan dos minutos y están 1 a 1, y la copa está apoyada en una mesita al costado de la cancha, escoltada por el presidente de la federación y por dos bellezas que son más preciadas que la misma copa.

-siempre lo mismo con vos Mendieta media hora para patear…-

Ocho, nueve…La gente se impacienta, el partido termina y todo el mundo esta parado, sudando la gota gorda, sintiendo el miedo en la panza como en una hamaca allá muy alto, nadie habla, no se escucha un grito, otra vez el tiempo se para, no sé que dice el arbitro, lo único que se escucha es la voz del gordo hincha pelotas, quien lo puso en la final?

-¡Mmmendieeeetaaaaaa!

Diez, once…Que lo parió al gordo calleló juez!! Mierda que estoy nervioso otra vez acá y este que me mira y no me para de mirar, señala la derecha, ahora a la izquierda, ¡que mierda quiere?!! Se escucha un silbido, se le suman algunos más, ya no me acuerdo a que lado tiré la última vez…

-no me marcan Mendieta pasamela!!!

Doce pasos…A la derecha y a la mierda…voy…silbato…pitazo…murmuros…gotas… nervios…botinazo… si a la derecha…no no llega…… si…no…gol golazo….gritos…goooolll …campeones…abrazos…más gol…el gordo…silbato.

-no me la tocaste…

Era penal gordo, era penal.

Elifep 30 y 31/01/08

miércoles, 26 de noviembre de 2008

EL MIEDO

Murió una tarde de abril cuando el otoño ya no era solo un rumor y las hojas se apoderaban de las veredas.
Cuando la encontraron, todavía había restos de pastillas en el lugar, su vida fue tan dura como su muerte, sin padres desde niña sola se había criado con ayuda de algunos ángeles peatones de la noche.
Y sola creció y tan sola murió, como decía Vallejo “llorando de oído, muriendo de costumbre”.
Sus últimos días no fueron fáciles, la perseguía la policía, algunos atracos, pero algo distinto no le permitía el sueño.
No lo iba a superar, era un pozo del que no se sale fácilmente, a pesar de que no se habían llevado bien últimamente, lo extrañaba como nunca, como siempre cuando el no estaba, cuando faltaba y se ausentaba por días hasta reaparecer vagando, tal vez borracho, quizás enfermo.
Ana, como se llamaba, o como le decían, nunca supo si tuvo nombre, no aguantaba más noches de soledad, ya había sufrido muchas allá hace tiempo, en las vías de aquel tren, y salía a buscarlo y a veces lo encontraba y salvaba sus noches sin compañía.
Otras veces erraba toda la noche sin encontrarlo, y lo creaba, así como por arte de magia y la invadía otra vez, como muchas otras se lo llevaba con ella…llegaban al andén herrumbrado, con telarañas y un colchón en la esquina con menos humedad y solos allí compartían el sueño.
Solo a él buscaba, robaba y lo encontraba, huía y la perseguía, dormía y la miraba y declaraba estado de sitio dentro de ella, solo a él extrañaba…pero hacía tiempo el no aparecía.
Murió una tarde abril cuando el otoño ya no era solo un rumor y las hojas se apoderaban de las veredas.

Epilef.
22/11/07

HADA EN EL BAÚL


Tres gotas marcan el compás de la lluvia en mi techo, dos vientos refrescan pupilas de ensueño, duermo y la espero…

A que llegue y me cante augurios, a que baje del espacio a entenderme…

Atravesó las fronteras de mis sueños, y allí la conocí, de madrugada lejos, de ojos de cenizas que ardieron, y hoy son grises de lamento.

Nos embriagamos, salimos a caminar, y todo ocurrió en la noche quieta y fría.

Y desperté y la olvidé hasta la próxima noche, cuando el compás marcó mi sueño, y ella puntual, tras esa sonrisa, suspiraba a mi espera.

Meses así, de sueños y amores a encontronazos, aprendí a amarla en secreto y olvidarla de día, atesorar mis sueños, como retazos de esperanzas, como una nube en primavera, como un hada en el baúl.

La verdad es que nunca se está tan solo como en el sueño, vos me regalaste la manera…

martes, 25 de noviembre de 2008

LLUVIAS

Y comenzó a llover, y los peces sintieron esa ráfaga de disparos en su cielo de sal, mis lágrimas ya no se quedaron solas, y compartieron la tez con las gotas de aquél furioso rocío, las flores se preparaban para el sol, ese que aparece con su arco iris, en el momento justo para amarse bajo la lluvia, y no detiene nada.

Y llovió también en tu cara, en tus mejillas, que ya casi eran mías, de tan cerca.

Y corrimos, bajo ese manto de verdades que nos caían desde el cielo, como si no quisiera dejarnos soñar, como si ese diluvio fuera la realidad que nos empapaba.

Y bajo el chaparrón, por más que corras siempre te vas a mojar, y una sola gota de este aguacero, bastaba para volver.

Y volver y volver, y volver a soñar, como antes, cuando las nubes estaban, pero no amenazaban, cuando no nos dábamos cuenta, que era el silencio antes de la tormenta, cuando nos amamos en el peor mejor momento, cuando la luna nos iluminaba de repente, cuando la niebla no nos dejaba ver, tanto.

Y ahora regados los dos, de verdad, de lágrimas, de sueños, otra vez estamos juntos, cambiando, o siendo los mismos, tan iguales, como siempre, y ya nada nos moja, nada nos hace mal, porque yo te cubro y vos a mi, y no hay viento que pueda con nuestro amor.

No es lluvia lo que te moja, son nuestras gotas de magia…