domingo, 14 de diciembre de 2008

Seni Seviyorum

Me senté en la ladera del volcán. Y todo ese olor a azufre me dejó espantado, atosigado, enfermo, desgarbado. Una tras otra las lenguas de lava pasaban por encima de mí, por detrás; en este valle y en aquel. No quise calumniar a Madre, por lo tanto no me quejé del sufrimiento.

Hacía tiempo que los volcanes de mi tierra, como los del Principito, estaban sin actividad. Pero uno conoce ya los designios del Interior, y en cualquier momento se sacude la osamenta, y el terror nos atrapa para no dejarnos descansar el sueño en paz.

Hermosa lluvia de naranjas fosforescentes y amarillos sol. Repetida escena en la película de mi atroz destino. Magma fulgurante que se deja amar, llorar, y esperar. Latido sublime que se suspende en un segundo, y… ¡ay! Cuando aparezca refunfuñando nuevamente…cuanto dolor, ¡¡¡cuanta alegría!!!

Ya me veo deseando dejarme arrastrar por la roca fundida, por la fuerza que no se mide, y que es abrasadora…obstinada, cegadora…

Ya me veo dejándome atrapar otra vez por el sonido sordo de tu fuego cayendo sobre el mar, para cristalizarse, y olvidarme de nosotros, nunca más…

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